Falacias

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Argumentación dirigida a las consecuencias

La argumentación dirigida a las consecuencias se basa en hablar a favor o en contra de una proposición apelando a las consecuencias de aceptarla o rechazarla. El hecho de que una proposición conduzca a un resultado desfavorable no significa que sea falsa. Del mismo modo, el solo hecho de que una proposición tenga consecuencias positivas no la convierte automáticamente en verdadera. Como explica David Hackett Fisher, “no se deduce que una cualidad ligada a un efecto sea transferible a su causa”. En el caso de consecuencias positivas, un argumento puede apelar a las esperanzas de la audiencia, y a veces adopta la forma de expresión de deseo. En el caso de consecuencias negativas, los argumentos apelan al miedo. Por ejemplo, en esta cita de Dostoyevsky: “Si Dios no existe, entonces todo está permitido”. Poniendo a un lado las discusiones sobre la moralidad objetiva, la alusión a las consecuencias aparentemente sombrías de un mundo puramente materialista no dicen nada sobre si el antecedente es verdadero o no. Se debería tener en mente que estos argumentos solo son falaces cuando tratan sobre proposiciones con valores de verdad objetivos, y no cuando tienen que ver con decisiones o políticas [Curtis], como por ejemplo, el caso de un político que se opone a la subida de impuestos por miedo a su impacto negativo sobre las vidas de los votantes.

Hombre de paja

La falacia del hombre de paja consiste en caricaturizar intencionadamente el argumento del otro con la intención de atacar esta caricatura en vez del argumento real. Tergiversar, citar de forma incorrecta, malinterpretar o simplificar en exceso son medios para poner en práctica esta falacia. Así, se propone un argumento más absurdo que el real, más sencillo de atacar, y como consecuencia, se lleva a nuestro oponente a defender dicho argumento ridículo en vez del original, haciendo que pierda credibilidad. Por ejemplo, Mi oponente está intentando convencerle de que descendemos de monos que se columpiaban de los árboles; una afirmación verdaderamente ridícula. Esto tergiversa claramente lo que afirma la biología evolucionista, que es la idea de que humanos y simios compartimos un antepasado común hace varios millones de años. Tergiversar la idea es mucho más sencillo que refutar las pruebas.

Apelar a una autoridad irrelevante

Al apelar a una autoridad irrelevante hacemos una apelación al propio sentido de modestia [Engel], es decir, a que otros son más sabios. La apabullante mayoría de las cosas en las creemos, como en los átomos o en el Sistema Solar, descansan sobre una autoridad fiable, al igual que todas las afirmaciones históricas, como señala C. S. Lewis. Sin embargo, se puede apelar razonablemente a autoridades pertinentes, tal y como hacen habitualmente científicos y académicos. Un argumento tan solo se convierte en falaz cuando apela a una autoridad que no es experta en la materia. Una apelación sin valor similar es aquella que se refiere a una autoridad vaga o a un colectivo difuminado. Por ejemplo, Profesores alemanes mostraron que tales cosas eran ciertas. Otro tipo de autoridad irrelevante es la sabiduría ancestral, donde se asume que algo es cierto simplemente porque se ha creído así durante años. Por ejemplo, La astrología fue practicada por civilizaciones tecnológicamente avanzadas como la Antigua China. Por tanto, debe ser una ciencia verdadera. Se puede apelar al conocimiento tradicional para sostener ideas que son idiosincráticas o que pueden cambiar con el tiempo. Por ejemplo, La gente solía dormir nueve horas hace muchos siglos, por tanto, necesitamos dormir lo mismo ahora. Hay todo tipo de factores que pueden haber hecho que la gente durmiese más en el pasado, pero el hecho de que lo hicieran no ofrece pruebas para el argumento.

Equívoco

El equívoco explota la ambigüedad del lenguaje, cambiando el significado de una palabra durante el desarrollo de un argumento y usando sus diferentes significados para sostener una conclusión. Una palabra cuyo significado se mantiene es usada de forma unívoca. Considerando el siguiente argumento: ¿Cómo puedes estar contra la fe cuando hacemos actos de fe* todo el tiempo, por ejemplo, con amigos, futuras esposas e inversores? Aquí, el significado de la palabra fe cambia de una creencia espiritual en el Creador a la confianza en un proyecto arriesgado. A menudo se invoca esta falacia en discusiones de ciencia y religión, donde la palabra porqué puede ser usada de forma equívoca. En un contexto puede ser usada para buscar la causa, como ocurre en ciencia, y en otros, el propósito, y tratar sobre temas morales y lagunas de conocimiento para las que la ciencia puede no tener respuesta. Por ejemplo, se puede argüir: La ciencia no puede decirnos por qué ocurren las cosas. ¿Por qué existimos?, ¿Por qué ser moral? Así, necesitamos alguna otra fuente que nos diga por qué ocurren las cosas.

Falso dilema

Un falso dilema es un argumento que presenta una pareja de posibles categorías, y asume que todo lo que se discute debe pertenecer a una de ellas. Si una de esas categorías se rechaza, entonces necesariamente se ha de aceptar la otra. Por ejemplo, En la guerra contra el fanatismo no hay márgenes; estás con nosotros o con los fanáticos. En realidad, hay una tercera opinión, que podría ser perfectamente neutral; una cuarta, que podría estar en contra de ambas; e incluso una quinta, la cual podría empatizar con elementos de ambas. En The Strangest Man [Farmelo], se menciona que el físico Ernest Rutherford contó una vez a su colega Niels Bohr una anécdota sobre un hombre que compró un loro en una tienda y lo devolvió porque no hablaba. Después de varias visitas, el vendedor finalmente le dijo: “¡Oh, de acuerdo! Usted quería un loro que hablase. Por favor, discúlpeme. Le di el loro que pensaba”. Rutherford estaba claramente usando dicha historia para ilustrar el genio del silencioso físico Paul Dirac, protagonista del libro, aunque se puede imaginar que alguien podría usar este razonamiento para sugerir que una persona es ambas cosas: silencioso y pensador, o hablador e imbécil.

Causa cuestionable

Esta falacia asume la causa de un acontecimiento sin que haya realmente pruebas de que esta exista. Dos acontecimientos pueden ocurrir bien de forma consecutiva, o bien juntos; porque son correlativos, por accidente, o por otro factor desconocido, y no se puede concluir que estén causalmente conectados sin una prueba. El reciente terremoto fue debido a la desobediencia contra el rey no es un buen argumento. Esta falacia tiene dos tipos específicos: “después de esto, por tanto, por causa de esto” y “con esto, por tanto, por causa de esto”. En el primer caso, se dice que un acontecimiento causa otro porque lo precede, y en el segundo, porque los dos acontecimientos suceden a la vez, se dice que uno causa el otro. En varias disciplinas, se define como confundir correlación con causa4. Aquí hay un par de ejemplos, el primero, tomado del cómico Stewart Lee: No puedo decir que, porque yo dibujé un robot en 1976, se estrenó Star Wars, y por tanto ellos copiaron la idea de mí. Y este otro que vi hace poco en un foro online: Hackearon la web de la compañía de trenes, y cuando miré el horario de llegadas, ¿sabes qué? ¡Iban todos con retraso! Lo que no tuvo en cuenta quien escribió esto es que los trenes raramente llegan a tiempo, por eso, sin ningún tipo de control científico, la inferencia es infundada.

Apelar al miedo

Esta falacia juega con los miedos de la audiencia imaginando un futuro temible al que se llegaría si una determinada proposición fuera aceptada. En vez de ofrecer pruebas que muestren que una conclusión sigue a un conjunto de premisas, las cuales supondrían una causa legítima para dicho temor, tales argumentos descansan en la retórica, en amenazas o mentiras descaradas. Por ejemplo, Pido a todos los empleados que voten por mi candidato en las próximas elecciones. Si el otro candidato gana, subirá los impuestos y muchos de vosotros perderéis vuestros trabajos. Aquí hay otro ejemplo tomado de la novela The Trial: Deberías darme todos vuestros objetos de valor antes de que llegue la policía. Las pondrán en el almacén y allí tienden a perderse. Aquí, el argumento es una amenaza más probable aunque algo más sutil, pero hay un intento de razonamiento. Amenazas obvias y órdenes que no tratan de ofrecer pruebas no deberían confundirse con este tipo de falacias, incluso si explotan el propio sentido del miedo [Engel]. La apelación al miedo puede proceder a describir un conjunto de acontecimientos terroríficos que ocurren como resultado de aceptar una proposición sin que en realidad existan lazos causales, creando lo que se conoce como efecto dominó o bola de nieve. Igualmente, puede ofrecer alguna alternativa, en cuyo caso nos encontraríamos con un falso dilema.

Generalizaciones precipitadas

Esta falacia se debe a la generalización a partir de un ejemplo demasiado pequeño o específico para ser representativo. Por ejemplo, preguntar a diez personas de la calle qué piensan del plan presidencial para reducir el déficit no puede decirse que sea representativo del sentimiento de la nación entera. Aunque convenientes, este tipo de generalizaciones puede conducir a resultados costosos y catastróficos. Por ejemplo, se podría argumentar que los supuestos de ingeniería que condujeron a la explosión del Arianne 5 durante su primer lanzamiento fueron el resultado de una generalización precipitada: el conjunto de casos de pruebas (o test cases) que fueron usados en el controlador del Arianne 4no fueron suficientes para cubrir el conjunto de casos de uso en el controlador delArianne 5. Refrendar tales decisiones normalmente recae sobre la habilidad de ingenieros y directivos para argumentar, y de aquí la relevancia de este y otros ejemplos similares para nuestra discusión sobre falacias lógicas. El ejemplo siguiente está tomado de Alicia en el País de las Maravillas, donde Alicia infiere que si ella está flotando en una masa de agua, cerca debería haber una estación de tren y, por consiguiente, alguien que la ayude: “Alicia había ido a la playa una vez en su vida, y había llegado a la conclusión general de que, vayas donde vayas en la costa inglesa encontrarás un buen numero de casetas de playa, algunos niños cavando en la arena con palas de madera, una fila de hostales, y detrás, una estación de tren” [Carrol].

Apelar a la ignorancia

Considerar que una proposición es verdadera simplemente porque no hay pruebas que demuestren que no lo es. Así, la ausencia de evidencias se convierte en evidencia de ausencia. Un ejemplo de Carl Sagan: “No hay pruebas convincentes de que los Ovnis no estén visitando la Tierra; por tanto, existen”. Igualmente, como no sabemos cómo se construyeron las pirámides, muchos concluyen que, a menos que se pruebe lo contrario, deben haber sido construidas por un poder sobrenatural. La carga de la prueba, la responsabilidad de demostrar la veracidad, recae sobre la persona que hace la aseveración. En realidad, siempre deberíamos preguntarnos qué es más probable y basarnos en la evidencia de observaciones pasadas. ¿Es más probable que un objeto que vuela por el espacio sea un artefacto fabricado por humanos o un fenómeno natural, o bien que sean alienígenas de otro planeta? Partiendo de que lo primero lo hemos observado frecuentemente, y lo segundo nunca, es más razonable concluir que es poco probable que los ovnis sean visitantes del espacio exterior. Una forma específica es el argumento de la incredulidad personal, donde la incapacidad de una persona para imaginar algo conduce a la creencia de que el argumento es falso. Por ejemplo, Es imposible imaginar que realmente mandáramos un hombre a la luna, por eso, nunca ocurrió. Respuestas que a menudo merecen réplicas ingeniosas como Por eso tú no eres físico.

Ningún escocés verdadero

A veces, una afirmación general puede tratar sobre una categoría de cosas. Cuando la enfrentamos al desafío de las pruebas, en vez de aceptarla o rechazarla, se puede contrargumentar mediante una redefinición arbitraria de los criterios para encajar en dicha categoría6. Por ejemplo, se puede exponer que los programadores son personas sin habilidades sociales. Si alguien sale y rechaza esa afirmación diciendo “Pero John es un programador, y él no es socialmente torpe en absoluto” puede provocar la respuesta “Sí, pero John no es un verdadero programador”. Aquí, ni están claros cuáles son los atributos de un programador, ni la categoría de programadores está claramente definida, como por ejemplo, digamos, la categoría de gente de ojos azules. La ambigüedad permite a una mentalidad testaruda redefinir las cosas a su voluntad. Esta falacia fue acuñada por Antony Flew en su libro Thinking about Thinking, donde da el siguiente ejemplo: Hamish está leyendo el periódico y se encuentra una historia sobre un inglés que ha cometido un crimen atroz, a lo que reacciona pensando “Ningún escocés haría eso”. Al día siguiente, encuentra una historia sobre un escocés que ha cometido un crimen aún peor; en vez de cambiar su afirmación sobre los escoceses, reacciona diciendo “Ningún verdadero escocés haría eso”.

Falacia Genética

Los orígenes de un argumento o de la persona que lo expone no tienen ningún efecto sobre su validez. Una falacia genética se comete cuando un argumento es defendido o devaluado exclusivamente por su historia. Como señala T. Edward Damer, cuando uno está emocionalmente ligado a los orígenes de una idea, no suele ser fácil separarse de estos para evaluarla. Consideremos el siguiente argumento, Por supuesto que apoya a los trabajadores en huelga; después de todo, él es del mismo pueblo. Aquí, en vez de evaluar un argumento basándose en sus méritos, se desestima porque la persona procede del mismo sitio que los huelguistas. Por tanto, esta información se usa para inferir que sus argumentos no tienen valor. Otro ejemplo: Como hombres y mujeres vivimos en el siglo XXI, no podemos continuar abrazando esas creencias de la Edad de Bronce. ¿Por qué no?, se podría preguntar, ¿Tenemos que desestimar todas las creencias originadas en la Edad de Bronce simplemente porque nacieron en ese periodo? Por el contrario, se puede invocar la falacia genética en un sentido positivo, diciendo por ejemplo, La visión del arte de Jack no puede ser contestada; proviene de una larga estirpe de reputados artistas. Aquí, como en los ejemplos previos, falta una prueba sólida que sostenga la inferencia.

Culpabilidad por asociación

La culpabilidad por asociación es una forma de desacreditar un argumento resaltando una idea compartida por una persona o un grupo demonizado de alguna manera. Por ejemplo, Mi oponente está pidiendo un sistema de salud que remite a los países socialistas. Eso sería claramente inaceptable. Si el sistema de salud propuesto sigue la línea o no de los países socialistas no tiene nada que ver con si es bueno o no. Es, por tanto, un completo non sequitur. Otro tipo de argumento, que ha sido repetido ad nauseam en algunas sociedades, es este: No podemos dejar a las mujeres conducir porque en los países infieles dejan a sus mujeres conducir. Esencialmente, lo que este ejemplo y el anterior tratan de argumentar es que algunos grupos de personas son absoluta y categóricamente malos. Por tanto, compartir un solo atributo con dichos grupos nos convertiría en uno de sus miembros, y nos transmitiría todo lo malo con lo que los asociamos.

Afirmar la consecuencia

Una de las muchas formas válidas de argumentación es conocida como modus ponens (el modo de afirmar mediante afirmación) y toma la siguiente forma: Si A entonces C, A; por tanto C. Más formalmente:

    • A ⇒ C, A ⊢ C.**

Aquí nos encontramos tres proposiciones: dos premisas y una conclusión. A es llamada antecedente y C consecuente. Por ejemplo: Si el agua está hirviendo al nivel del mar, entonces su temperatura es al menos de 100°C. Este vaso de agua está hirviendo al nivel del mar; por lo tanto, su temperatura es al menos de 100°C. Tal argumento es válido además de sólido. Afirmar la consecuencia es una falacia formal que toma la siguiente forma:

Si A entonces C, C; por tanto A. El error nace de asumir que si la consecuencia es verdad, entonces el antecedente debe ser verdad, lo cual no tiene por qué ser necesariamente el caso. Por ejemplo,La gente que va a la universidad tiene más éxito en la vida. John tiene éxito; por tanto, debe haber ido a la universidad. El éxito de John puede deberse a su educación académica, pero podría ser también el resultado de su crianza, o de su entusiasmo para superar dificultades. Más generalmente, no se puede decir que, porque la educación académica implique éxito, si uno tiene éxito es porque ha recibido dicha educación.

Recurso a la Hipocresía

Conocida también por su nombre latino, tu quoque (tú también), implica contrarrestar una acusación con otra, para desviar la atención del argumento original. Por ejemplo, John dice: “Este hombre está equivocado porque no tiene integridad; solo pregúntale por qué fue despedido de su último trabajo”, a lo que Jack replica, “Y ¿qué pasa con lo que hablamos de la prima que te llevaste el año pasado a pesar de que se despidió a la mitad de tu compañía?”. Este recurso se utiliza cuando una persona ataca a otra porque lo que está argumentando choca con sus acciones pasadas [Engel]. En el programa británico de actualidad Have I Got News For You, un tertuliano criticó una protesta en Londres aludiendo a la aparente hipocresía de los manifestantes, señalando que mientras aparentan estar contra el capitalismo, continúan usando smartphones y tomando café en las grandes cadenas. Su intervención se puede ver aquí: [http://youtu.be/8WvAkhW-XNI]. En la película de Jason Reitman Gracias por fumar (Fox Searchlight Pictures, 2005), un diálogo cargado de tu quoque termina con estas palabras del representante dellobby del tabaco, el embaucador Nick Taylor: “Simplemente me divierte la idea de que este caballero de Vermont me llame hipócrita cuando, en su día, él mismo dio una rueda de prensa en la que pidió que los campos de tabaco de América fueran arrasados y quemados, se montó en su jet privado y voló a Farm Aid**, donde se montó en un tractor sobre el escenario y se lamentó amargamente de la caída del agricultor americano”.

Efecto dominó

El efecto dominó desacredita un argumento apuntando a que su aceptación conduce inevitablemente a una concatenación de efectos indeseables. Aunque puede darse el caso de que esta secuencia suceda, la transición de un efecto a otro ocurrirá con alguna probabilidad, y no de forma absolutamente inevitable, como se asume en el argumento sin que se ofrezca ninguna prueba para sostener tal cosa. La falacia juega con el miedo de la audiencia, y está relacionada con varias otras falacias, tales como la apelación al miedo, el falso dilema y la argumentación dirigida a las consecuencias. Por ejemplo, No deberíamos permitir el acceso incontrolado a Internet. Lo próximo que sabrás es que la gente frecuenta webs pornográficas, pronto nuestra moral se desintegrará y nos convertiremos en auténticos animales. Está claro que no se aporta ninguna prueba, sino tan solo conjeturas infundadas y ciertas presuposiciones sobre la conducta que implican que el acceso a internet supone la desintegración de la moral social.

Seguir al rebaño

También conocido como argumento Ad populum o Sofisma Populista, esta falacia se basa en el hecho de que un número considerable de gente, o incluso la mayoría, cree en algo, y se emplea esta creencia como una prueba de verdad. Muchas veces, este tipo de argumentos han impedido la aceptación generalizada de ideas pioneras. Galileo, por ejemplo, tuvo que enfrentarse a la ridiculización por parte de sus compañeros por seguir el modelo copernicano. Más recientemente, Barry Marshall tuvo que tomar la extrema determinación de inocularse a sí mismo con la bacteria H. Pilory para demostrar que era la causante de la úlcera péptica, una teoría que inicialmente fue ampliamente desestimada. Atraer a la gente mediante la popularidad de un argumento es un recurso muy usado en política y en publicidad. Por ejemplo, Todos los chicos de moda usan esta gomina; sé uno de ellos. Aunque convertirse en un “chico de moda” es una oferta seductora, nada sostiene que haya que comprar el producto anunciado. Los políticos suelen usar una retórica similar para añadir impulso a sus campañas e influir sobre sus votantes.

Ad Hominem

Un argumento ad hominem es aquel que ataca las características personales en vez de lo que dice el individuo, con la intención de distraer la discusión y desacreditar su argumento. Por ejemplo, Tú no eres un historiador, ¿Por qué no te quedas en tu propio campo? Aquí, el hecho de que la persona sea o no un historiador no tiene ningún impacto sobre el mérito de su argumento, y no refuerza de ningún modo la posición de su atacante. Este tipo de ataque personal se define como un ad hominem ofensivo. Un segundo tipo, llamado circunstancial, es cualquier argumento que ataca al oponente por razones cínicas, juzgando sus intenciones. Por ejemplo, En realidad, no te importa reducir el crimen en tu ciudad, lo único que quieres es que la gente vote por ti. Sin embargo, hay ocasiones en las que es legítimo sacar a relucir el carácter de una persona y su integridad, como por ejemplo, durante una declaración judicial.

Razonamiento circular

El razonamiento circular es uno de los cuatro tipos conocidos como petición de principio [Damer], donde se asume la conclusión, explícita o implícitamente, en una o más premisas. En el razonamiento circular, la conclusión es usada como premisa de forma evidente, o más a menudo, reformulada para parecer una proposición diferente cuando realmente es la misma. Por ejemplo, Estás completamente equivocado, lo que dices no tiene ningún sentido. Estas dos proposiciones realmente son la misma, porque estar equivocado y no tener sentido, en este contexto, es lo mismo. El argumento es simplemente afirmar, “Por causa de x, entonces x”, lo cual no tiene sentido. A veces, un argumento circular descansa en premisas que no se dicen, lo cual puede hacer más difícil que sea detectado. Aquí hay un ejemplo de la serie de TV australiana Please Like Me, donde uno de los personajes condena a otro, ateo, al infierno, a lo cual este responde “Eso no tiene sentido. Es como si un hippy te amenazase con pegarle a tu aura”. En este ejemplo, la premisa silenciada es la existencia de un Dios que envía a un subgrupo de gente al infierno. Por tanto, la premisa Existe un Dios que envía a los ateos al infierno se usa para sostener la conclusión Existe un Dios que envía a los ateos al infierno.

Composición y división

Composición es inferir que un todo debe tener una determinada particularidad porque una de sus partes la posee. Que cada oveja de un rebaño tenga una madre no implica que el propio rebaño tenga una madre, para parafrasear a Peter Millicann. Otro ejemplo: Cada módulo de este sistema de software ha estado sujeto a un conjunto de test y los ha pasado todos. Por tanto, cuando el software se ensamble, el sistema no violará ninguna de las invariantes verificadas por dichos tests. La realidad es que la integración de partes individuales introduce nuevas complejidades en el sistema que se deben a determinadas dependencias que pueden introducir nuevas vías de fallo potencial. Por el contrario, la división infiere que una parte debe tener algún atributo porque el todo al que pertenece lo tiene. Por ejemplo, Nuestro equipo es imbatible. Cualquiera de nuestros jugadores sería capaz de enfrentarse a un jugador de otro equipo y eclipsarlo. Mientras puede ser verdad que el equipo sea imbatible, no se puede usar esta evidencia para inferir que cada uno de sus jugadores sea imbatible. El éxito de un equipo no es, claramente, la suma de las habilidades individuales de sus jugadores.